sábado, 15 de enero de 2011

La familia del vigués fusilado en Lobeira quiere evitar que se queme su esqueleto

Farodevigo.es
La familia del vigués fusilado en Lobeira quiere evitar que se queme su esqueleto


La Memoria Histórica todavía no contrastó la identidad aunque transcurrieron 14 meses desde la exhumación


A.TOURIÑO - VILAGARCÍA Decepción es quizás la expresión que mejor ilustra el sentimiento de la familia de Manuel Álvarez Silva, un vigués ajusticiado en el Monte de Lobeira (Vilagarcía) en los prolegómenos de la Guerra Civil española, pues desde hace catorce meses no tienen noticia de qué ha pasado con el esqueleto que se exhumó en una de las calles del cementerio de Cornazo.


Los tres hijos de este republicano vigués se muestran consternados y tristes con esta nueva larga espera ya que la asociación de la Memoria Histórica se había comprometido a darles una respuesta fehaciente sobre la identidad del cuerpo desenterrado en unos tres meses. Pasó un año más de aquel plazo y ahora tratan de evitar que la asociación se deshaga del esqueleto la próxima semana –lo que ya les anunciaron– y que, por tanto, se pierda para siempre el rastro de su abuelo.

La asociación les comunicó que en esta semana se realizará un segundo estudio antropológico de la osamenta para determinar si tiene los mismos rasgos de edad, altura y complexión que Manuel Álvarez, pues en caso contrario se procederá a incinerar los restos para devolver las cenizas al camposanto de origen, sin más identificación.

Esto precisamente es lo que trata de evitar la familia que ahora que encontró una pista sobre el lugar donde podía estar enterrado Manuel Álvarez no quiere perder ninguna oportunidad de contrastar datos. De hecho están dispuestos a sufragar los gastos de las pruebas de ADN correspondientes, en definitiva a remover Roma con Santiago, para verificar si es el cuerpo de su antecesor y darle digna sepultura.

Pero este interés se antoja en estos momentos muy difícil pues acaban de tener conocimiento de que el primer estudio antropológico que se practicó al esqueleto descarta que se corresponda con Álvarez Silva, pues no aparece el habitual "tiro de gracia" ni siquiera aparenta que tenga otros balazos, por lo que los expertos apuntan que puede ser otra persona.

La familia tiene pleno convencimiento de que los restos se corresponden con el de Álvarez Silva, dado que de hecho existen varias personas en Cornazo que así lo atestiguan, una de ellas, la madre de una mujer que asegura que fue ella misma la que introdujo dos cuerpos en dicha fosa. También hay documentos que acreditan que Álvarez Silva está enterrado en el camposanto vilagarciano y otro vecino indicó a los antropólogos el sitio exacto de la fosa.

Señalan en este sentido los allegados de Álvarez Silva que nadie puede descartar con un simple vistazo que pertenezca a una u otra persona. Creen que si le dispararon, las balas no tenían que impactar en los huesos y que pudo afectar sólo a vísceras vitales.

Dicha tesis les anima a seguir luchando por identificar los restos con el fin de poder enterrarlos en el mismo nicho en el que reposa su mujer, una idea que siempre estuvo presente en la mente de esta familia que hubo de atravesar momentos muy delicados tras la contienda española.

Ahora se sienten inmersos en otro "túnel de la memoria" que pensaron no tendrían que llegar a cruzar, pero no están dispuestos a rendirse "pues tenemos los mismos derechos que los otros 1.700 familiares de víctimas de la Guerra Civil que han podido ser localizados e identificados", expone uno de los nietos.

Entienden que haya casos más claros que otros pero los Álvarez Silva se creen en el derecho a que la investigación sea tan minuciosa como la de los demás represaliados "pertenezcan al bando que sea".

Se trata de restituir la memoria de todos los que han muerto en la Guerra Civil y no de abrir "otra llaga" que impida que cierre la primera herida familiar.

Y es que han pasado 14 meses sin noticias tras la exhumación de los restos, un largo período que ha reconcomido en muchas ocasiones la conciencia de los tres hijos de Álvarez Silva, también de sus nietos y familiares más directos que fueron los que impulsaron la búsqueda.

Cabe recordar aquella imagen de enorme emoción de los tres hijos del represaliado cuando por fín, después de 70 años, pudieron abrazarse a unos huesos que muchas veces soñaron con hallar.

La expresión de sus rostros era la del reencuentro después de muchos años sin verse, la del amor al padre que siempre extrañaron y también del adiós a un hombre deseado y adorado.

Todo ello es lo que honró su memoria y que ahora no están dispuestos a perder para siempre. La familia quiere mantener ese haz de luz hasta que se demuestre a quien pertenecen los restos.

La asociación se comprometió sólo a devolver el esqueleto en el supuesto de que las características antropológicas coincidan plenamente.

La familia reconoce que está "triste" y muy "sorprendida" por cómo se gestionó, de forma tan desfavorable, su caso.

No hay comentarios: