sábado, 30 de enero de 2010
Pasar la página
Arturo Peinado. La Horda Feliz, 28-01-2010 - 29 Enero 2010 .
Lo más grave de la Transición no es que se usasen los símbolos oficiales vigentes en el momento, sino la certificación de la impunidad
Hace una semana leíamos: “Eurodiputados catalanes piden que se retire un símbolo franquista del Parlamento Europeo. El PSC pide al Gobierno que envíe a Bruselas un ejemplar de la Constitución sin el águila y las flechas” (1). Estas noticias fueron pronto comentadas por nuestro compañero, camarada y amigo Emilio Sales con el espíritu crítico que le caracteriza, en un artículo titulado “La gallina constitucional”(2)
Sin embargo nos resultó especialmente sorprendente una sagaz propuesta de solución a tan incómodo conflicto: “mientras llega ese momento, los eurodiputados del PSOE y el PP han propuesto pasar la página y seguir mostrándolo en la exposición abierto por otra parte” (3).
En primer lugar debemos partir de una incontestable realidad: el águila franquista era el escudo oficial del Estado español en diciembre de 1978 cuando se promulgó el texto constitucional, y lo siguió siendo hasta 1981.
Ciertamente hoy es impresentable y políticamente incorrecto exhibir en Bruselas y en el Congreso de Diputados ejemplares del texto constitucional presididos por sendas gallinas, con su yugo, sus flechas y sus lemas de “una, grande y libre”. Pero la pretensión en este caso de ocultar los símbolos franquistas externos, enmascara un objetivo más profundo: hurtar un análisis de fondo y un posible debate social sobre la Constitución del 78 en sí, y las circunstancias políticas e históricas en que ésta se generó.
Por ejemplo, que todos los que pudieron votarla lo hicieron en circunstancias completamente diferentes a las actuales, y tienen hoy al menos 49 años. O que la pervivencia del carácter oficial de esos símbolos durante la Transición, no es más que un síntoma (relativamente anecdótico) de que el proceso estuvo diseñado y dirigido por los herederos de la dictadura, en una situación de correlación de fuerzas de manifiesta inferioridad de la oposición democrática, bajo la permanente espada de Damocles del golpe militar involucionista y la violencia impune de los pistoleros fascistas. También estos días hemos conmemorado los aniversarios de los asesinatos de Enrique Ruano y de los Abogados de Atocha.
Asimismo podríamos analizar la forma en que esa Constitución fue aprobada: porque las elecciones de 1977 no fueron planteadas explícitamente a los ciudadanos electores como constituyentes; porque se impidió la presentación de cualquier candidatura republicana; porque las autoridades y corporaciones municipales que controlaban el proceso (hasta la elecciones locales de 1979) estaban formadas exclusivamente por adeptos y beneficiarios de la dictadura nombrados a dedo por el respectivo Gobernador Civil, a su vez designado por el ministro de la gobernación de turno, quien era elegido vía digital por el jefe del Estado del momento. Y no olvidemos que la dictadura tuvo dos titulares en la Jefatura del Estado, uno desde 1936 hasta su muerte física en 1975, y el otro, desde noviembre del 75 hasta la promulgación de la Constitución en diciembre de 1978.
Lo más preocupante del proceso constituyente no es que no estuvieran derogados los símbolos oficiales del franquismo en 1978, consecuencia natural de que no se hubiera producido ninguna ruptura democrática con el régimen nacido a sangre y fuego el 18 de Julio del 36. Porque ¿quién había designado a la persona que rubricó los ejemplares del texto constitucional hoy expuestos en el Europarlamento y en el Congreso de Diputados?. Deberíamos tener presente que desde hace 70 años, todos los decretos y leyes que aparecen en el BOE son firmados por un militar que no ha sido votado por nadie, y que el himno y la bandera actualmente oficiales (que también lo eran en 1978) fueron reestablecidos por Cabanellas, Queipo de Llano y Franco en Sevilla, el 15 de agosto de 1936, para la parte del país controlada entonces por los militares facciosos.
En consecuencia, lo más grave de la Transición no es que se usasen los símbolos oficiales vigentes en el momento o que el proceso estuviera en todo momento tutelado por responsables de la dictadura recién conversos (de manera casi milagrosa) a la democracia, sino la certificación, vía Ley de Amnistía de 1977, de la impunidad de los golpistas del 36, de los jueces y fiscales del TOP, y de los torturadores de la Brigada Político-Social, entre muchos otros. O, por ejemplo, que nadie haya exigido la presentación de disculpas públicas y reparación material efectiva a las víctimas del franquismo por parte de las instituciones y de las empresas que se lucraron del trabajo esclavo de los presos republicanos, algunas de cuyas herederas cotizan hoy en el Ibex 35. Y en este asunto podríamos tomar lecciones y ejemplo de países como Francia, Austria y Alemania. (4)
También resulta sorprendente comprobar cómo se pueden escandalizar por la presencia de la siniestra gallina en un documento oficial de 1978 quienes han certificado, aprobando la Ley de Memoria de 2007, la plena legalidad y vigencia de las sentencias represivas del franquismo en nombre de la “seguridad jurídica”.
Algunos argumentarán que “precisamente gracias a esa Ley de Memoria se retiran los símbolos”. Aparte de que es una vergüenza nacional que aún se tenga que reivindicar 35 años después de la muerte del dictador, el argumento es falso: no se ha publicado aún el reglamento de la Ley que concreta plazos y tipología de los símbolos a retirar, amén (y nunca mejor dicho) de los subterfugios que la Ley facilita a determinadas instituciones, en especial a la Iglesia católica, para soslayar las obligaciones que establece como marco general. La Ley de Memoria, como mucho, está sirviendo de acicate para que diversas instituciones de la Administración del Estado y algunos ayuntamientos retiren hoy símbolos y nombres de calles en cumplimiento de las competencias y facultades que les son propias desde 1979.
En consecuencia, que por una vez y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo con los eurodiputados del PP y del PSOE en que ya va siendo hora de pasar página.
Arturo Peinado. Federación Estatal de Foros por la Memoria
Madrid, 28-01-2010
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